lunes, 29 de julio de 2013

Donde miran tus ventanas.

Cada ventana que mira
al féretro donde yacimos
tiene un recuerdo
de dos almas,
dos entes abiertos
que cuelgan como racimos
cuando danzamos
de cama en cama
y convertíamos
retazos del corazón
en fluidos de nuestros
cuerpos en llamas.


Miran donde quedaron
los huecos de palabras
obtusas.
Sonidos que retozaron
en nichos, almohadas
y caricias mudas.


Ahora, quizás deba
estarte agradecido
pues nos dimos lastre y alas,
yo, que no salí de la majada,
Y tú, que dándome sólo vacíos,
me has enseñado a añorar
tanto a tu cuerpo
como a la nada.